lunes, 30 de marzo de 2020

Aires de La Mancha

El destino quiso que esta bella tierra manchega me acogiera en la primera parte de mi vida.


Su eco llega a cualquier rincón del mundo porque nuestro insigne Cervantes se encargó de hacerla inmortal con sus divertidas historias sobre un valeroso caballero cuyo nombre no recuerdo en estos momentos.



La segunda parte de mi vida transcurre por las bellas tierras cántabras, y aunque sea un privilegio , no puedo evitar el escalofrío que me recorre al alcanzar los primeros pueblos manchegos en mi viaje.



Mi coche avanza y observo llanuras inmensas , arrugadas apenas en tímidos pliegues en los que anidan las sorpresas más peregrinas.




Recojo con orgullo imágenes que resultan del capricho de mi pie derecho que pisa el freno y me deja en la ladera de un monte amurallado testigo de historias reales e imaginadas.




Desarmada ante la vista, desempolvo mi vieja máquina y comienzo a pasear, a ascender hasta alcanzar los vigías, testigos vivos de realidad y ficción, gigantes que dan identidad a un Pueblo trabajador a lo largo del Tiempo.



Noto la plenitud de la máquina que no quiere que aquello acabe, tengo que agarrarla fuerte para sacarla de allí y continuar viaje.



Ella ha recogido mi esencia, la de una manchega que nunca dejará de serlo.