Sin pretenderlo me convertí en reportera de la semana previa a todo
Sin quererlo vi mi ciudad preferida de una forma extraña
Queriéndola como la quiero contemplé que su habitual cansancio
por horas de viajes en tren, en metro de los que la disfrutan y soportan a diario
se había transformado en caras expectantes ante lo que oían en las noticias
ante el futuro incierto que les aguardaba
El 8 de marzo de 2020 subí al cercanías para enlazar con el tren que me devolvería a mi pequeña ciudad de provincias.
Vi gente entusiasmada por acudir a una reunión que llenaría las calles de mujeres y de hombres
que bajo un uniforme morado seguían reivindicando el papel de la mujer en el Mundo,
porque queda mucho por hacer.
Mi tren salía a las 2 de la tarde, no tenía tiempo de acudir
pero algo en mi interior me decía que no fuera
y no era el miedo al contagio, porque en aquellos días
todavía no había consciencia de la que se nos vendría encima
mi escepticismo era que lejos de ser una manifestación de apoyo a la mujer
tenía tintes manipuladoramente políticos que hacía que no me apeteciera ir,
a una demostración que debería ser libre, sin connotaciones de ningún color.
Después de aquello las calles de Madrid y de toda España se vaciaron, se llenaron de silencio
y de aquello hace más de un mes aunque parece que han pasado siglos