¡Ese aparato que saca lo peor de mí! Es tocarla y me
transformo.
Mi pelo se enrolla alrededor de unos tubos. Mi vestido se
transforma en una bata de guatiné, mis zapatos en pantuflas y la cara se va
cuarteando en infinitos surcos inimaginables.
Por supuesto, nadie me puede decir o sugerir nada cuando mi
mano siquiera roza el artilugio.
Si alguien lo intenta, mi voz se transforma en una voz de
barítono trasnochado que trasciende las paredes de mi casa.
Ese poder tiene la aspiradora…
No hay comentarios:
Publicar un comentario